Vivir más comporta cambios de hábitos de consumo y nuevos modelos de negocio
La población vive más años y con más salud que nunca. Este fenómeno —a menudo descrito solo desde la óptica sanitaria o demográfica— es, en realidad, una enorme fuerza económica. La economía de la longevidad describe un mercado en expansión impulsado por personas que superan los 55 o 60 años, con mayor poder adquisitivo, más tiempo libre y nuevas prioridades.
Un consumidor que no encaja en los estereotipos
La generación sénior actual ya no responde al cliché de fragilidad o pasividad. Son personas activas, conectadas y con intereses diversos: bienestar, deporte, ocio, cultura, formación continua, viajes o tecnología útil.
Los estudios muestran que:
- gastan más en experiencias que en bienes,
- valoran la calidad frente al precio,
- buscan marcas que entiendan su realidad sin infantilizarlos,
- se mantienen laboralmente activos por más tiempo.
El consumo cambia porque cambia la manera de vivir la edad.
Nuevos modelos de negocio
La longevidad trae consigo una transformación empresarial que afecta a múltiples sectores:
- Vivienda: cohousing, senior living, residencias híbridas con servicios hoteleros.
- Salud: prevención, telemedicina, monitorización remota, seguros adaptados.
- Ocio y deporte: gimnasios especializados, turismo “slow”, clubs de longevidad.
- Finanzas: productos de inversión orientados a vidas más largas.
- Tecnología: wearables, asistentes de voz, dispositivos accesibles.
Las empresas que prosperan son aquellas que entienden que la edad no define intereses, y que la diversidad de vida obliga a repensar todo: diseño, atención al cliente, comunicación y producto.
Un motor económico global
La economía de la longevidad es uno de los mercados de más rápido crecimiento. En países avanzados, el gasto de los mayores de 55 años representa ya más del 50% del consumo total. Y la tendencia aumentará a medida que las generaciones más digitalizadas lleguen a la jubilación.
Conclusión
La longevidad no es un reto: es una oportunidad económica gigantesca. Comprender cómo cambia el consumo es fundamental para empresas, administraciones y ciudades. La edad deja de ser un límite y se convierte en un nuevo territorio de innovación.



